Tantos objetos preciosos

'¡Ah, sí, se me había olvidado que teníamos eso!' Sangharakshita (Bhante) ha tomado un objeto de la caja que tiene delante, una de dos bolsas de cuero de aspecto antiguo, adornadas con pequeñas placas ornamentales de latón o bronce. Es evidente que disfruta palpando el objeto en su mano, mientras pasa un dedo por las placas grabadas que están fijadas en la parte delantera y trasera de cada una. Dentro de uno de los objetos hay un trozo oscuro de pedernal y un rollo de yesca enmohecido. Parecen ser antiguas bolsas tibetanas para hacer fuego y Bhante está tratando de recordar de dónde han salido. “¿Quizás las compraste en el bazar de Kalimpong?”, le sugiero, sabiendo que Bhante, aunque no tenía mucho dinero, solía comprar artículos a algunos de los tibetanos desesperados que inundaban Kalimpong tras la ocupación china del Tíbet. "Sí, tal vez", responde, aún absorto explorando la forma y la textura de la curiosidad que sostiene en la mano.

Estamos sentados en el estudio de Bhante en Madhyamaloka, unos años antes de su traslado a Adhisthana. He traído una selección de cajas y archivos de una habitación de la comunidad que ha sido designada como “tesorería”. La mayor parte del material de archivo de Bhante se había almacenado allí desde su traslado de Padmaloka unos quince años atrás. Durante el próximo mes habrá muchos “oh” y “ah” y “¿Me lo puedes leer?”, conforme vayamos desempacando y redescubramos viejas carpetas de cartas, manuscritos escritos a mano, colecciones de piedras semipreciosas, docenas de antiguas piezas de bronce tibetanas y, por supuesto, muchas otras curiosidades. Caja por caja, archivo por archivo, Sangharakshita examina pacientemente cada carpeta polvorienta, recordando su significado o, si se trata de un objeto, hablando de su posible procedencia, un pequeño fragmento de historia personal asociado a cada uno de ellos.

Le pregunto por una carta del Maharaj Kumar de Sikkim. Había sido escrita en respuesta a una carta que recibió Sangharakshita a principios de la década de 1960, pero la respuesta del Maharaj Kumar delata una clara indignación. Bhante me recuerda la historia de los planes de boda del Maharaj Kumar. Antes de que se celebrara la boda, Bhante se enteró de que no solo se iban a sacrificar animales y se iba a servir alcohol en el banquete nupcial, sino que también había planes para deshacerse de los perros que merodeaban por el bazar de Gangtok antes de las celebraciones. Dado que el Maharaj Kumar también iba a ser el duodécimo Chogyal (“gobernante justo”), título conferido a los reyes budistas de Sikkim, era lógico que Sangharakshita manifestara su descontento. Muchas más historias y anécdotas siguieron antes de que se completara la exploración del archivo de Sangharakshita.

Estos recuerdos son conmovedores. Ahora que se acerca el primer aniversario de la muerte de Sangharakshita, las obras del 'Anexo' (Urgyen House) están en marcha y se puede planificar el almacenamiento, la catalogación y la eventual exposición de parte del material de archivo. ¿Cuál es la mejor manera de conservarlo para la posteridad? Hay tantos objetos valiosos: colecciones de antiguos thangkas tibetanos, escrituras sagradas y objetos rituales; cartas de Dhardo Rimpoche, el Dr. Ambedkar, Lama Govinda, Edward Conze y muchos otros; cientos de cartas que componen la correspondencia enviada por Bhante a lo largo de seis décadas; un baúl lleno de cuadernos personales, algunos de los cuales se remontan a la década de 1940 y a los días en que Bhante vagaba de forma independiente por la India; grandes pilas de manuscritos escritos a mano o a máquina, testimonio de toda una vida de actividad literaria; una treintena de álbumes de fotos, que muestran instantáneas íntimas de amistades y viajes realizados durante los últimos cincuenta años; fragmentos intrigantes de obras inacabadas, como “Lo que he aprendido de mis gurús”, en la que se enumeran treinta y nueve “gurús”, con una o dos líneas que describen lo que se aprendió de cada uno, incluidas las lecciones de su madre y su padre. Y muchos otros fragmentos que trazan una historia personal extraordinaria, una historia en la que nosotros mismos participamos.

Dharmachari Paramartha

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